viernes, 21 de marzo de 2014

Genial poeta infantil


En el Día Internacional de la Poesía no puedo evitar traer a este blog un bello poema, del que su propio autor ni siquiera se acordará, pues era niño en 1975 y, ni él mismo sabe, que guardé cariñosamente su poema, como él las hojas de su árbol.

Hace mucho tiempo, cuando era estudiante de magisterio y hacía las prácticas en un colegio de Burgos, recopilé, de cara a añadirlo en el "prácticum" un puñado de poemas escritos por los alumnos con los que conviví. Eran niños de 2º de EGB. Un poema me llamó especialmente la atención. Me pareció tan bueno que pienso que estaba copiado. Si no fuera así, aquel incipiente poeta de 7 años era un genio precoz. Juzgad vosotros mismos:


¡Cómo nevaba y se caían
las hojas de mi árbol!
Aquellas suspiraban
y parecían oro.


Yo las guardaba
cariñosamente en mi pañuelo.
Cuando la primavera
yo besaba todas las hojas caídas
e iba a recibir las nuevas hojas,
y cogía el pañuelo de mis recuerdos
y le extendía echando las hojas
por las marrones raíces del tronco.
Porque yo creía que gritaban:
¡Quiero sol!


Francisco Rafael. 1975. 2º de EGB.
Colegio La Salle. Burgos. 

jueves, 13 de marzo de 2014

NIÑOS DE AHORA
 
CONSEJO: NO DISCUTAS CON LOS NIÑOS DE AHORA....
 
1.- Una niña le estaba hablando de las ballenas a su maestra. La profesora dijo que era físicamente imposible que una ballena se tragara a un ser humano porque aunque era un mamífero muy grande su grganta era muy pequeña. La niña afirmó que Jonás había sido tragado por una ballena.
Irritada, la profesora le repitió que una ballena no podía tragarse a ningún humano; físicamente era imposible. La niña dijo:
 
- Cuando llegue al cielo le voy a preguntar a Jonás.
 
La maestra le preguntó:
 
- ¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno?
 
La niña le contestó:
 
- Entonces le pregunta usted.
  
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 2.- Una maestra de preescolar estaba observando a los niños de su clase mientras dibujaban. Ocasionalmente se paseaba por el salón para ver los trabajos de cada niño. Llegó donde había una
niña que trabajaba diligentemente, y le preguntó qué estaba dibujando. La niña replicó:
 
- Estoy dibujando a Dios.
 
La maestra se detuvo y dijo:
 
- Pero nadie sabe cómo es Dios.
 
Sin pestañear, y sin levantar la vista de su dibujo, la niña
contestó:
 
- Lo sabrán dentro de un minuto.
 
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3.- Una profesora de catecismo estaba discutiendo los Diez Mandamientos con sus pupilos de 5 y 6 años. Después de explicar el mandamiento de 'Honrar a tu padre y a tu madre', les preguntó:
 
-  ¿Hay algún mandamiento que nos enseñe cómo tratar a nuestros hermanos y hermanas?
 
Un muchachito (el mayor de su familia) contestó:
 
- No matarás.
 
 
 
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4.- Una honesta niña de siete años admitió calmadamente a sus papás que Luis Miguel la había besado después de la clase.
 
- ¿Cómo sucedió eso? -Preguntó asombrada su mamá.
 
 - No fue fácil -admitió la pequeña señorita-, pero tres niñas me ayudaron a agarrarlo.
 
 
 
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5.- Un día una niña estaba sentada observando a su mamá lavar los platos en la cocina. De repente, notó que su mamá tenía varios cabellos blancos que sobresalían entre su cabellera oscura. Miró a su mamá y le preguntó inquisitivamente:
 
-  ¿Por qué tienes algunos cabellos blancos, mamá?
 
Su madre le contestó:
 
-  Bueno, cada vez que te portas mal y me haces llorar o me pones triste, uno de mis cabellos se vuelve blanco.
 
La niña asimiló esta revelación por un rato y luego dijo:
 
- Mami, ¿por qué TODOS los cabellos de mi abuelita están blancos?
 
 
 
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6.- Un niño de tres años fue con su papá a ver una camada de gatitos recién nacidos. De regreso a casa, le informó apresuradamente a su mamá que había dos gatitos y dos gatitas.
 
- ¿Cómo supiste eso? -Le preguntó su mamá.
 
- Papá los levantó y miró por debajo -replicó el niño-. Creo que allí tienen la etiqueta.
 
 
 
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7.- Todos los niños habían salido en la fotografía y la maestra estaba tratando de persuadirlos a cada uno de comprar una copia de la fotografía del grupo.
 
- Imaginaros qué bonito será cuando ya seáis todos mayores y digáis: 'Allí está Catalina, es abogada', o también 'Ese es Miguel, ahora es doctor'.
 
Sonó una vocecita desde atrás del salón:
 
- Y allí está la maestra. Ya se murió.

¡¡¡ La paz no me gusta nada!!!

 
Próxima a la celebración del día Mundial de la Paz, nos disponiamos en la asamblea de la clase de infantil a ir realizando los preparativos para esta efeméride.
La proxima semana vamos a realizar un día de fiesta: La fiesta de la Paz.¿Qué es la paz? Les pregunté, mientras observaba sus pequeños y brillantes ojos. Muchos de ellos me miraban con curiosidad sin atreverse a dar una respuesta. Otros, los más extrovertidos comenzaron sus argumentos:
"La paz es cuando estás callada y no molestas a mamá."
" Cuando no quieres jugar con nadie y quieres que te dejen sola, en paz"
Alejandro, un niño bastante ocurrente en sus intervenciones diarias, parecia molesto con el tema. Finalmente expresó su rechazo a seguir hablando del tema. " La paz no me gusta nada. No se porque es una fiesta.No me gusta."
Su respuesta me sorprendió y quise saber el origen de su argumento. "¿Por qué dices eso, Alejandro? ¿No te gusta la paz? le pregunté.
"No, nada." Afirmó muy serio.
"Qué es la paz para ti? Volví a preguntarle.
"La paz es donde te operan de las orejas. No es divertido" me contesto Alejandro recordando su estancia en el hospital madrileño donde le realizaron una operación hace tan solo unos meses antes de comenzar el colegio.

martes, 4 de marzo de 2014

¡No está!



En la animada charla del café la  profesora de infantil nos hacía sonreír mientras contaba el pequeño drama de uno de sus alumnos.
El frío del invierno había hecho que las mamás trajeran a sus hijos al cole literalmente forrados hasta las orejas: - Parecen croquetas-había comentado una de las compañeras. Después de colgar los abrigos empezó la actividad escolar. A media mañana, uno de los niños, de los más tímidos de la clase, se levantó en medio de las actividades y se dirigió corriendo al servicio. Como tardaba en volver, su maestra fue a ver que pasaba. 
Allí le encontró, frente al pequeño urinario, llorando a moco tendido: ¡No está! , ¡No puedo encontrarla...!; y mientras palpaba desesperadamente con sus manitas la entrepierna. La maestra se le acercó preocupada mientras preguntaba: - ¿Qué te pasa cariño?-. El niño la miró desconsolado mientras explicaba: - Es que no está aquí, no la encuentro...- La maestra le cogió suavemente por los hombros y le dio la vuelta despacio: Tras el asombro inicial, su gesto se tornó tierno, comprensivo... El niño tenía debajo de toda la ropa un mono sin aberturas de la cabeza a los pies. El niño intentaba  encontrar su colita para aliviar su necesidad de orinar y no acertaba a encontrarla;  inexplicablemente hoy no estaba al alcance de sus manos... ¡No estaba allí!
¿Cómo explicar su desolación? ¿Cómo mitigar el sentimiento de castración que le invadía? La maestra le ayudó delicadamente a desvestirse y  le consoló dulcemente. Después pudo orinar a gusto, aunque el susto tardó en pasarse. A la salida de clase, la maestra tuvo unas palabras con la madre. El niño contó luego que su mamá había metido el mono en un cajón y nunca lo iba a volver a sacar.