El niño tenía cuatro años. Era un niño observador, despierto, curioso. Disfrutaba de las actividades de su clase, participaba con interés en asambleas y juegos. Le gustaban las pequeñas funciones de teatro, los títeres...
Un día, al llegar por la mañan a clase, la madre se acercó a su joven profesora y, con una sonrisa pícara, le dijo:
- ¿Sabes? Ayer asistimos a una misa, ofrecida a un familiar. Para Ángel era su primera eucaristía... Asistió muy atento a toda la celebración. Pero ¿sabes lo que me dijo al acabar cuando salimos?
- Ni idea.
- Pues sentenció muy serio: "A mí no ha gustado nada el teatro ese..."
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