martes, 4 de marzo de 2014

¡No está!



En la animada charla del café la  profesora de infantil nos hacía sonreír mientras contaba el pequeño drama de uno de sus alumnos.
El frío del invierno había hecho que las mamás trajeran a sus hijos al cole literalmente forrados hasta las orejas: - Parecen croquetas-había comentado una de las compañeras. Después de colgar los abrigos empezó la actividad escolar. A media mañana, uno de los niños, de los más tímidos de la clase, se levantó en medio de las actividades y se dirigió corriendo al servicio. Como tardaba en volver, su maestra fue a ver que pasaba. 
Allí le encontró, frente al pequeño urinario, llorando a moco tendido: ¡No está! , ¡No puedo encontrarla...!; y mientras palpaba desesperadamente con sus manitas la entrepierna. La maestra se le acercó preocupada mientras preguntaba: - ¿Qué te pasa cariño?-. El niño la miró desconsolado mientras explicaba: - Es que no está aquí, no la encuentro...- La maestra le cogió suavemente por los hombros y le dio la vuelta despacio: Tras el asombro inicial, su gesto se tornó tierno, comprensivo... El niño tenía debajo de toda la ropa un mono sin aberturas de la cabeza a los pies. El niño intentaba  encontrar su colita para aliviar su necesidad de orinar y no acertaba a encontrarla;  inexplicablemente hoy no estaba al alcance de sus manos... ¡No estaba allí!
¿Cómo explicar su desolación? ¿Cómo mitigar el sentimiento de castración que le invadía? La maestra le ayudó delicadamente a desvestirse y  le consoló dulcemente. Después pudo orinar a gusto, aunque el susto tardó en pasarse. A la salida de clase, la maestra tuvo unas palabras con la madre. El niño contó luego que su mamá había metido el mono en un cajón y nunca lo iba a volver a sacar. 

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